martes, 30 de septiembre de 2008

Un cuento a Mohamed.




Todos tenemos días de pocas ganas... De pocas ganas de nada... Pero muchos otros, pasa al revés.
No siempre "Querer es poder" y es que el cuerpo a veces no responde como nosotros quisiéramos... Y eso precisamente es lo que le ha pasado a mi protagonista de esta tarde:



Había una vez una niña que vivía en un cuento de hadas, ¡De hadas buenas por supuesto! Esta niña era un poco diferente a las demás porque en vez de pasarse todo el día peinándose y mirándose al espejo,como solían hacer las demás, se pasaba la mayoría de su tiempo pendiente de otros niños que no tenían con quien jugar, hablar o reir. Y así era felíz.

Un buen Martes, como todos los Martes, se acercó por la casa donde estaban los niños enfermos para jugar un rato con ellos y sacarles unas cuantas sonrisas, pero esa tarde se encontró que muchos de ellos no tenían ganas de salir de sus habitaciones... La mayoría estaban débiles. Hasta que llegó a la habitación 311 donde se encontraba un niñito precioso de 3 años que nada más ver a la niña asomarse por la puerta, se le quitó la carita de pena y miró a su padre para ver que decía. El papá se dirigió a la niña y le dijo que hasta al cabo de un ratito no podría salir de la habitación a jugar porque estaba esperando que los medicamentos le hicieran efecto. Así que la niña se fue a la sala de juegos sola a esperar si alguien venía.

Y si, la verdad es que al cabo de un rato la sala estaba llena de todos los niños que, en un principio no tenían ganas de jugar. Todos menos el de la 311.

Y jugaron a coches, a dinosaurios, a construcciones y finalmente la niña les contó un cuento.

Y cuando todos volvieron a sus habitaciones, la niña decidió volver a su casa pero antes pasó otra vez por la 311 a ver qué había pasado con ese niño tan guapo que fue el único que quería salir. El niño se había dormido de tanto esperar y esperar... ( A los efectos del medicamento, claro!) Y es que a muy pesar suyo, querer,no siempre es poder.


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