domingo, 8 de febrero de 2009

JEAN-LOUIS FOURNIER, un pensamiento diferente de los niños con discapacidad


Escritor francés, autor de "A dónde vamos,papá?" y cientos de libros más. En este último, habla de su vida cotidiana con su família, de su mujer y de sus dos hijos discapacitados de una forma diferente. Con todo su amor y sin menospreciarlos, se ríe de ellos de una manera poco habitual. Así lo ha vivido él y grácias a verlo des del lado irónico ha sabido llevarlo mejor.

Aquí os dejo un trocito de la entrevista que le hicieron:


"Con este libro tenía el riesgo de caer en la sensiblería... Hay tanta gente que cuenta su vida para hacer llorar al lector... Yo no quería que nadie me compadeciera, simplemente cuento la historia. Este libro tenia dos escollos. Tengo la impresión de haberlo escrito caminando sobre un alambre como un equilibistra, intentando no caer en dos hoyos, uno era la ternura barata, la sensiblería, y el otro era el cinismo y el humor negro. No he caído en ninguno, y lo he hecho sin cuestionar el amor que tengo hacia ellos.

"Yo no soy un ángel, he sido un mal padre". ¿No es usted un poco duro consigo mismo? No. Intento ser honesto. Es verdad que no he sido un padre formidable. Mire, yo he querido hacer un buen libro, no que la gente me aplauda como padre. Yo soy como todo el mundo: ni muy bueno ni muy malo. Y, con hijos así, es muy difícil ser un padre ejemplar. El otro día, en una conferencia que di me vino una mujer y me dijo: 'Usted es un padre admirable'. No, para nada, señora, yo soy un padre que no ha tenido suerte. Prefiero que me digan que soy un buen escritor que un buen padre. Mis hijos me han salido mal, pero al menos el libro me ha quedado bien. Hubiera sido mejor lo contrario, pero...

No es fácil mantener el sentido del humor en una situación así. Y en el libro exhibe todas sus modalidades: ironía, humor absurdo, sátira, humor negro, blanco, metáforas chocantes, juegos de palabras... No es algo que haya inventado para mi libro, es que soy así en la vida. Eso es lo que me ha ayudado a soportarlo. Hay gente que, cuando vive desdichas, se pone a llorar, pero otros hacemos bromas.

Al principio su canguro no le entendía... Claro, yo volvía a casa, por ejemplo, no veía a los niños y le decía: "Josée, ¿por qué ha tirado a los niños por la ventana? Eso no está bien. Ya sé que son discapacitados pero eso no es una razón para tirarlos". Al principio, me miraba horrorizada, pero al final ya me seguía la corriente. Mucha gente me critica por estas bromas pero el humor es algo formidable, no es maldad, uno pude reírse de alguien y quererlo muchísimo. Compadecer a alguien es muchísimo peor, eso sí que es malvado. Al burlarme de ellos, les doy dignidad. Si compadezco a alguien lo reduzco al mínimo, le arrebato toda esperanza, toda defensa, lo miro desde arriba. Si me río de alguien, me coloco en un plano de igualdad. Me río de mis niños como Cyrano se reía de su propia nariz. ¿Por qué no podemos reírnos de los discapacitados? Es como si las personas no fuéramos iguales. Y todos somos iguales: estas gentes tienen derecho a que se rían de ellos también

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